Seguramente hayáis oído hablar últimamente del FAP, ya sea en el concesionario al comprar el vehículo “¡Y viene con Filtro antipartículas!”, en algún reportaje o porque os haya tocado pasar por taller por una avería de este elemento (que no es nada barato).
Debemos tener la idea clara de que el FAP “nace” como consecuencia de las cada vez más estrictas normativas de los gobiernos en cuanto a materia de emisión de gases. Que no nos confundan, un motor con FAP podría funcionar perfectamente sin FAP, de igual manera que podría funcionar sin catalizador o sin silencioso.
El FAP se encuentra situado en el tubo de escape, después del catalizador y antes del silencioso. Dependiendo del fabricante puede estar diseñado de una forma u otra, pero la mayoría de los FAP actuales requieren realizar una regeneración cada cierto tiempo, cuando llega a un grado determinado de saturación.
¿Qué diferencia hay entre catalizador y FAP?
En realidad el FAP se trata de un catalizador con unas características algo más especiales. Gracias al FAP, entre otros elementos anticontaminantes, se está consiguiendo que las emisiones del parque automovilístico sean cada vez menores, lo que deriva en beneficio de nuestra propia salud al tener unas ciudades con menor polución.
Desde el punto de vista técnico, si bien cada vez se diseñan motores mejor exprimidos, lo que estamos consiguiendo con estos sistemas es añadir más exigencias a estos motores, tratándolos mucho peor.
No hay distinción entre catalizador y FAP. Los vehículos que llevan FAP también llevan catalizador por lo que uno no sustituye al otro.
¿Qué debemos tener en cuenta en un vehículo con FAP?
El filtro antipartículas por sus características y su diseño se obstruye mucho más rápido que el catalizador, por lo que el FAP quedará obturado con facilidad provocando que no puedan pasar los gases hacia el escape y el fallo motor. Para evitar esto se han diseñado de tal forma que pueden regenerarse, limpiándose mediante el quemado de los depósitos en su interior. Estas regeneraciones se realizan de forma periódica y necesitan ciertas condiciones para poderse realizar, que encontraremos en el manual de nuestro vehículo.
Regeneraciones del FAP
Como ya hemos comentado un filtro antipartículas necesita de unas condiciones concretas para poder realizar la regeneración. Normalmente estas condiciones son parecidas, aunque deberemos leer el manual del fabricante del vehículo para poder conocerlas con exactitud.
Un ejemplo podría ser el circular durante 5 minutos a más de 3.000 revoluciones y más de 70 km/h. Lógicamente para poder circular así deberemos de tomar una autopista/autovía, por lo que el vehículo nos avisará cuando necesite hacer una regeneración del filtro antipartículas.
Si no hacemos caso de los avisos del vehículo para la regeneración del FAP el filtro acabará obturándose por completo, provocando con ello el fallo de motor y en muchas ocasiones la rotura del propio filtro, por lo que será necesaria su sustitución en el taller. Dado el alto precio de estos filtros es muy recomendable seguir las instrucciones del fabricante. Dependiendo del modelo y marca un FAP puede constar desde unos 800€ hasta más de 2500€, sin contar mano de obra del montaje e IVA.
Problemas con el FAP
Dadas las características especiales de los filtros antipartículas los principales problemas los suelen dar en vehículos que nunca circulan por carretera. Vehículos de reparto (de prensa o pan por ejemplo), vehículos de vigilancia, vehículos que realizan trayectos cortos, etc. En estos casos el vehículo manda la señal al conductor de que es necesaria la regeneración, pero al no poder realizarla en ese momento dado que se trata un vehículo de trabajo, el FAP sigue obstruyéndose sin realizar la regeneración. Cuando llega al punto máximo de saturación hay que hacer una regeneración forzada en un taller especializado. Si el FAP está demasiado obstruido puede que no sea posible su reutilización y se haga necesario sustituirlo.